La victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas malignas que todavía procuran controlarnos, para ahora caminar con Él en la paz, la alegría y la seguridad de su amor. Ahora el espíritu santo mora dentro de nosotros y nos fortalece.
Continuamente comprometidos a Jesús como nuestro salvador y Señor, somos puestos en libertad de la carga de nuestros hechos pasados. Nos alejamos del vivir en la oscuridad, el miedo de los poderes malvados, la ignorancia y el absurdo de nuestro antiguo modo de vivir.En esta nueva libertad en Jesús, somos llamados para convertirnos a la semejanza de su carácter, comunicándonos con Él diariamente en oración, alimentándonos de su palabra, meditando en ella y en su providencia, cantándole alabanzas, reuniéndonos para la adoración y participando en la misión de la Iglesia.
Así como nos damos a nosotros mismos en el servicio amante a aquellos alrededor nuestro y en la testificación de su salvación, su presencia constante con nosotros a través del espíritu transforman cada momento y cada tarea en una experiencia única.
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